YO PIENSO QUE




...PERDIÒ LA AMBICIÒN, GANÒ SANTA LUCÌA.
Por Rocío Tirado.

Con la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, México no se va a acabar, hemos soportado un saqueo histórico por décadas, nuestros políticos se han dado el lujo de regalar el petróleo, han salvado bancos, usado el dinero público para financiar campañas políticas, y por si todo lo anterior fuera poco,  compartimos este país con el hombre más rico del mundo y  50 millones de mexicanos que viven en la extrema pobreza, es decir que comen si bien les va, una vez al día.
Es buen momento para recordar que en lo que va del presente sexenio el peso mexicano se ha devaluado en muchas ocasiones,  recuerdan cuando cayeron los precios internacionales del petróleo, cuando tomó posesión Donald Trump, cuando comenzaron las negociaciones del TLC, en todas estas ocasiones el peso recuperó terreno. Por eso creo que en esta ocasión, este clima catastrófico que estamos viviendo, pasará como en las anteriores ocasiones.
Yo no participé en la consulta del aeropuerto, en primer lugar porque no soy experta en aeronáutica, ni tengo la menor idea de la logística que se requiere para el funcionamiento de un espacio tan importante, y en segundo lugar porque las medidas para darle un poco de certeza al ejercicio fueron, por decirlo amablemente, ingenuas.
Las boletas usadas ni siquiera estaban foliadas, la app diseñada para el registro de las credenciales de los que participaron no funcionó, y se decidió improvisar el registro de los participantes en hojas en blanco, en el país de las urnas embarazadas y el carrusel, resulta una burla no haber tenido las precauciones mínimas de profesionalismo para este ejercicio.
Y no estoy diciendo que esté en contra de la democracia participativa, al contrario aplaudo de verdad  la disposición del gobierno electo de tomarnos en cuenta, será sin duda lo que los diferenciará de sus antecesores, que nunca nos consultaron nada, y que cuando pretendíamos darles a conocer nuestras opiniones, se impedía la libre manifestación de las ideas, reprimiendo con la fuerza pública las protestas y marchas.
A mí me hubiera gustado que el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador, hubiera tenido el valor suficiente para tomar la decisión por sí mismo, sin necesidad de “consultas”, a fin de cuentas 30 millones de votantes le dieron la legitimidad suficiente como para tomar esta decisión y las que se necesiten en un futuro.
Lo que nos debe de quedar claro es el mensaje entre líneas que envía el próximo gobierno federal de México, y es que en el fondo está rompiendo con la oligarquía, que hasta el momento se ha beneficiado de los multimillonarios negocios que han realizado de la mano de los gobiernos en turno.
Hasta el momento el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, ha dado a entender que la relación entre el poder político y el poder económico será distinto, con la finalidad de acabar con el compadrazgo que solo ha servido para enriquecer a unos cuantos, y empobrecer a millones.
Mediante un video subido a la red social YouTube, pidió a los empresarios serenidad ante la decisión tomada, y denunció el negocio inmobiliario que se pretendía generar en el predio del aeropuerto Benito Juárez, el cual ya se llamaba “Nuevo Santa Fe”.
Sin duda el negocio que se les fue de las manos a los “empresarios” y su coraje ante la decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco, es directamente proporcional a la caída de los mercados, las notas catastróficas y las demandas que se harán en un futuro cercano con cargo al ejecutivo federal.
Aunque siendo optimistas, a los constructores y demás proveedores del aeropuerto de Texcoco, no les conviene enfrascarse en un litigio con el Gobierno entrante, por lo que se puede crear el mecanismo que les permita seguir trabajando, pero ahora en la construcción del aeropuerto de Santa Lucía.
Otro de los puntos que tenía en su contra la construcción del aeropuerto de Texcoco era el tema  del impacto ambiental. Muchas organizaciones defensoras del medio ambiente, entre ellas Greenpeace consideraron que el proyecto de Texcoco dejaría consecuencias para el medio ambiente como: mala calidad del aire, deterioro de la zona, afectación del hábitat de las aves migratorias, así como daños a los pueblos aledaños.
La construcción de infraestructura como las pistas, estacionamiento, vialidades de acceso, zona hotelera y comercial;  habría sellado con cemento la zona de infiltración y recarga de agua de lluvia, tan importante para mitigar la crisis hídrica que condena a la Ciudad de México y la Zona Metropolitana.
Y ni hablar de la especulación inmobiliaria en las intermediaciones de Texcoco por parte de destacados políticos del grupo Atlacomulco, quienes compraron a precio de risa, cientos de hectáreas que rodeaban a la construcción del aeropuerto, y donde se pretendía edificar centros comerciales, bodegas, hoteles, y todos los servicios que se requieren para dar atención a los usuarios y empleados del aeropuerto. Tal vez esta fue una de las razones por las cuales se canceló uno de los compromisos de campaña de Enrique Peña Nieto, el aeropuerto de Tizayuca, y prefirió beneficiar a sus paisanos del Estado de México antes que a los miembros del llamado grupo Hidalgo.
Al día en que escribo estas líneas falta un mes para que tome posesión del cargo del Presidente electo López Obrador, y éste es el primer golpe que da en la mesa antes de tener el control completo de este país, tendremos que acostumbrarnos a esta nueva forma de hacer política, la mayoría decidió en las urnas que así será por los próximos seis años.
Gracias por el favor de su lectura, y gracias a HGO 150 por la oportunidad de este espacio, me encuentran en   Facebook, Instagram y Twitter como Rocio Tirado. ¡Hasta el próximo viernes!






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